domingo, 17 de agosto de 2008

Marionetas de Guiñol (Última escena)




Y mientras todo fluye,
yo escucho melodías sinfónicas
que me atraviesan discretas
que me envuelven en una atmósfera de pájaros
clavando cristales de estrella
rocas de piedra
arena sin sal.

La vida se pone de espaldas
el mundo recuerda nostalgias
y las gaviotas lloran,
lloran mientras vuelan
rumbo a ninguna parte.
Mientras tanto,
tú vuelves la cabeza, obcecado,
me miras, pero no me sonríes.
El mundo se para
y el tiempo se detiene.

El viento azota tu pelo
y el azar nos vuelve a arrastrar en sus hilos,
pero… ¿Acaso somos marionetas?
vivimos atrapados en un mundo de guiñol.
Las hojas caen,
observo las flores de fieltro,
los pétalos frígidos que atraviesan el alma
caen cenizas serenas sobre cárdenos rosados.

Migajas vendo, te escucho venir,
oigo tus pasos ausentes a la alegría
rozas el sinsentido del por venir.
Te ahoga tu propia piel
te censura tu propia vida…
Pero yo te quiero….
Te quiero y te quiero…

Y a día de hoy lo daría todo por ti,
por volver a sentir el eco en tus pisadas,
por volver a envolverme en sonidos estridentes,
por perderme en tiempos remotos.
Detener tu voz cuando canta,
mirar sin ver mi alma descompuesta,
el mundo denigrado,
tu voz de paz,
tu aliento sin luz,
tus alas de ángel…



Ángel que llora en cada uno de mis sueños
como un insignificante gusano de seda,
duermes en mí,
mientras seguimos atrapados en un mundo de guiñol…

Se hace tarde,
y antes de que pongas la vista al frente
quiero regalarte mis ojos,
darte mis manos
y rozar tu piel.

El tiempo es un ladrón
que se dedica a robarnos la vida
con esta ironía trágica
con este amor sin amar
de nunca amarnos
como nunca se amaron dos personajes de guiñol.

Vuelves a existir,
el tiempo mueve tu carne
la convierte en polvo
polvo entremezclado con cenizas.
Vivo esclava de mis pasiones
y apuñalo mi suerte con un cuchillo
que nunca roza la mentira.

Siento que te alejas,
cuando al tiempo te contemplo
tal vez con desespero.
Pero tú estás ahí,
fumando un cigarrillo infantil,
siento que no te gusta
que aborreces el sabor del humo,
pero tú insistes,
y sigues fumando,
y sigues mirándome
y me vuelvo loca.

Las luces de los faroles se desploman a chorros
caen rendidas al encanto de la noche
que preludia mi piel como un lejano amanecer.
Sombras de alquitrán en aquel cigarrillo,
Te sigo observando,
pero… ¡bagh!
se me había olvidado que sólo somos…
marionetas de guiñol.

(me voy de aquel parque de flores de fieltro)

El viento me azota en la cara
mientras acepto que sólo era un sueño de acero
que cubría la piel del dolor
que anonadaba quimeras
que borraba sin sabores
y pasiones y temores.

Pero… ¡bagh¡
Ya te he perdido de vista,
en mi mente sólo queda
como un recuerdo sin forma
tu imagen con el cigarrillo
y eso me hace sonreír.

Y río y me mofo de mi propia vida,
y de tanto que me río hasta me duele la barriga,
y me duele el pecho
y a veces hasta me duele el corazón.

Y me sangra la nostalgia
y el dolor se descompone
y hasta huele.

Y yo huelo a ti,
y tu aroma me reconforta
tu fragancia alerta mi piel
y dejo de soñar
y me caigo de la cama.

Y una vez despierta, digo:
¡Bagh! Sólo somos marionetas de guiñol,
pero yo te quiero y te quiero.

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