Querido Beko:
Hoy estoy en no sé donde,
Escribiendo no sé qué
A no sé quien.
Supongo que estaré
En la miseria de la ciudad gris
Bajo un cielo nebuloso, tal vez,
Quizá caminando entre brumas
Sol oscuro, luna en celo.
Tampoco me preguntes
Si hay estrellas en el cielo
Por que el cielo está lejos
y los sueños han volado
y el frío me escarcha la piel
y las nubes ahogan mi alma
y todo se resume a ti,
mi querido Beko,
siempre en mis sueños de luna.
Querido Beko:
Hoy tampoco sé nada,
Me he despertado confusa,
Busqué entre resquicios
Y debajo de la almohada estabas tú
Evocado en forma de pluma.
Las palabras no bastan,
Son acaso retazos de tinta,
Mugrientos sapos de cerámica rota
Y tu voz agrietada y seca
De papel, madera y mimbre viejo,
Pasará a los anales de mi historia.
Querido Beko:
Me da miedo pasear
Bajo el manto azuloso
Que muestra la evanescencia.
Acaricio tus dedos de porcelana
Mientras fumo otro cigarrillo infantil.
Y mientras se consumo el humo
Escucho como ruge la bestia,
Hambriento regazo del alma,
Sin ti, otra vez, sin ti.
Me quedo dormida,
Y en el séptimo sueño,
Me despiertas y te encuentro
Esta vez frente a mí,
Disfrazado de ángel visible.
Querido Beko:
¿Sabes qué?
Anoche salí de copas por Madrid.
Me sumergí en el suburbio,
Abrumador destino receloso,
Y mientras miraba al cielo,
Te ame.
Entendí “El diario de Noa”
Las locuras de Romeo y Julieta,
La avaricia de la Celestina,
El ruego de los poetas.
Entendí mi vida pintada de rojo,
Corazones de plomo y dudas
Bordados de ausencia y desconsuelo.
Querido Beko:
Hoy es 11 de marzo
Y he ido a pasear por Atocha.
Paseé con nostalgia de recuerdos
Y me pregunté:
¿por qué no me tocó a mí
Dejar la vida?
Miré las vías del tren,
Y anduve de puntillas por los raíles.
Y entre tanto pesar,
Me abracé a una farola
Mientras bebía con impaciencia
Una botella de ron añejo.
Querido Beko:
Hace mucho frío,
Hace mucho frío porque
La noche es triste y llora
Hace mucho frío en mi alma
Desnuda, y diluvia al otro lado
Del postrero cristal de mi esperanza.
Hace mucho frío y escribo, balbuceos
Locos e hirientes que me salvan,
Que me salvan siendo poeta en tierra
En la tierra árida y hastiada
como en mi piel granizo, zumo de lluvia,
lunas de rabia, sueños de lumbre,
lumbre y hoguera que ciega el fuego,
fuego en esta noche de frío sin cumbres.
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