jueves, 25 de diciembre de 2008

Náusea alucinógena / Delirium tremens










Cuando hace frío en las calles,
cuando el sol es mudo y triste
cuando hay nanas y canciones,
es entonces cuando aprendo que
hemos matado la existencia,
como el lamento de un piano
partido en dos en un acorde
y la nostalgia, llora en cenizas
la última voz de la esperanza,
el final de una lágrima
precedida de un cielo de nocturnos,
todo se parece un poco
a una primavera congelada
donde las dulces sombras
tanto han llorando, heridas intentando
adorar la voz de un niño,
un cielo ahogado pidiendo a gritos una mano,
llorando alborotado,
llega al niño su canción,
la tenue melodía en el silencio
de ese grito enajenado que es la vida.



Y mientras tanto,
me resigno un poco más a esta tristeza.
Hace frío en las calles,
mueren niños en Zambia,
lloramos por el dolor de muelas,
sentimos cáncer de alegría,
es otoño y ha llovido,
ha llovido tanto que las calles
están mojadas.
Hay ceniza en los árboles,
hay vacío en las almas,
hay tarjetas de crédito
y comida basura, y todo sonríen
y se saludan en el trabajo,
y yo voy masticando azufre
en un cielo pretérito
donde el sol es oscuro
y las lágrimas,
las lágrimas golosinas de colores
y hay petróleo y oficinas,
y empresarios de chaqueta
y nostalgia en los bares
de este mundo de baldosas
donde hemos perdido el rumbo.

Y la gente no conoce a Neruda,
y el vals es en compás de 4/4,
y la tierra está seca y marchita.
y caminando en las sombras
hay lugares muy bellos
aunque Dios es pequeño
y nos ha abandonado,
y creemos en la moda
en el jazz y en los Beatles,
porque todo es azul
entre almas de cobre
que juegan a volar entre sueños de tiza.


Es como decir:

“dale a los sueños la vida
y los mismos sueños te acabarán
matando”.


Es el acto intermitente que articula
el rugir de las sombras en invierno.

Es una náusea disfrazada
de regalos que reafirman cuánto
y cuánto hemos perdido en el tiempo.


Seguimos vivos en este mundo
de cadáveres aunque en las calles
haya luces de colores.


Bebemos vodka mientras Dios
no nos escucha y todo es frío.


El agua deshace las farolas.
Agua de un llanto continuo.
Es el agua de nuestro llanto.


(Respirar es poco a veces, tal vez
volar
soñar
amar…)



Pero es navidad.
Irremediablemente navidad.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena reflexión de la vida en general enfocada a la época navideña.
No obstante, no debes perder las esperanzas. Todo puede cambiar.


Nu.