
Esto es para las almas que sufren, que lloran, que buscan la anhelada respuesta sin hallarla, proporcionales a los pasos desequilibrados del sin sentido. Esto no es más que una parte de lo que soñamos y nunca será más que una realidad futura. ES el grito del que calla y también del que no dice; de aquel que como ángeles en la niebla, se conforma con existir sin ser. –Todos existimos pero pocos somos-. Ser significa rozar el alma y sentirnos vivos y nadie llama en la noche, nadie mira al cielo. Si el dedo señala a la luna, todos miran el dedo. La luna está muy lejos, demasiado alta, muy arriba y nosotros aún somos pequeños y además estamos perdidos, muy perdidos. (Caminos nos separan sin remedio).
Esto es un prefacio de nunca que permanecerá siempre mientras haya alguien al otro lado del mar, tras la tormenta, en el sopor de las olas. Esto es lo que tú quieras que sea y vivirá mientras tú vivas, mientras sientas y sueñes. Ahora sólo hay ángeles en la niebla… ¿lo ves? , mira a lo lejos, pues te llaman. Tal vez quieran contarte algo, decirte que las nubes son nubes porque están en el cielo y que tú eres tú porque estás en el mundo. Los ángeles te abrazan, te hablan y tú no los escuchas –sigues mirando el dedo en vez de la luna- como algo irreversible. Nadie te juzga, eres tú mismo el que se señala y se hundo. Seguir no es fácil sin sueños pero quedas tú o los ángeles –indistintamente-.
Sabes que eres un alma que sufre, pero no sabes el porqué y es el algo semejante al “odi et amo” de Catulo. La respuesta nadie la sabe. No sabes si tu dolor es odio, sin sentido, amor o ignorancia. Posiblemente no sea ninguna de estas cosas o tal vez todas revueltas.
Sin embargo, miras la luna cada día y el dedo te parece invisible. No lo miras porque ni siquiera lo ves. Nadie te lo ha dicho pero eres diferente y te toca elegir. Ya eres uno de ellos, un ángel en la niebla, en la estancia lóbrega de ti mismo. Tú decides:“Cada ángel es aquello que eligió, aquello que sintió desde el principio, sin excusas, sin devaneos ni condiciones. Ángel es aquel que sabe que existe el cielo aunque nunca lo contemple, aquel que ama su vida y sus sueños. Ángel es todo aquel que entendió que el sufrimiento forma parte de la vida, que hay que sobreponerse porque en algún momento la felicidad llegará como ríos de lava. Es aquel que entiende que lo difícil no es caer sino levantarse siempre ¿oíste? ¡siempre! Ángeles somos mientras nuestros ojos brillen con ese brillo sombrío que el tiempo acaba curando. Ángeles de nosotros mismos. Ángeles que cuidan de las almas, sabiendo que aunque no hay catarsis, somos escépticos convertidos a la utopía. Creemos en lo que somos y somos lo que queremos ser. La redención se acerca pues ya advienen las almas. Entre la niebla se atisba la última vigilia de los ángeles”